Despierto,
después del delicioso placer que me compartes,
del alimento del deseo, y de tu piel en mis labios.
Despierto, miro la página en blanco
y mis ideas que van y vienen de ti:
en la oscuridad de tus pupilas
la nebulosa se expande y caigo en ella como en el ojo por donde Dios me mira desde ti.
Inmersa en el espejismo, sigo las sensaciones
a donde tus manos me lleven.
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