viernes, 10 de julio de 2009




Despierto,


después del delicioso placer que me compartes,

del alimento del deseo, y de tu piel en mis labios.

Despierto, miro la página en blanco

y mis ideas que van y vienen de ti:

en la oscuridad de tus pupilas

la nebulosa se expande y caigo en ella como en el ojo por donde Dios me mira desde ti.

Inmersa en el espejismo, sigo las sensaciones

a donde tus manos me lleven.

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