domingo, 25 de octubre de 2009





Vamos a escribir un cuento, con princesas y príncipes azules y toda la cosa.


Viñetas negras.
Por: Mónica Reveles R
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Erase una ves, un jardín en el que habitaba un fantasma, se paseaba todas las tardes entre los árboles, él había decidido ser así, desde un día en que al ver que su amada se había ido con otro y decidió llamar su atención, lanzándose por la cascada que llegaba al lago. El solo quería llamar su atención (ya lo había dicho), pero se le paso la mano, fue tan grande el escándalo que nunca encontraron su cuerpo, este se dividió en tantos pedacitos que se convirtió en vapor, era demasiado su amor, y su desesperanza, su ambición por aquella mujer que vestía siempre de azul. La llamaba su dama azul. Pero de ella no se trata la historia.


Con el tiempo se acostumbró fantasma a mirar a las parejas que pasaban por aquel paisaje, imaginándose como se vería él con su dama azul. Su vida era muy aburrida. Salir y desaparecer, luego ser rocío, volar con algún pájaro desvelado. Ya le había dado la vuelta al mundo, le había contado que por allí habitaban otros como él, pero la verdad nunca había visto a nadie, además no creyó nunca en los fantasmas, lo del suicidio fue solo un accidente, y además ya lo había asimilado al acostumbrarse a su actual estructura. Visitó castillos de mucha historia, fue en busca del fantasma de la opera, en la muralla china busco a los mantras, en Egipto los conjuros de los muertos. Nada solo y solo él.


Un día, se encontraba leyendo en la biblioteca cercana, y miró una chica que escribía, entró a su corazón, a sus ojos, a su alma. Ella cargaba con una gran pena desde hacía muchos años. Su amor se había ido un terrible accidente lo había calcinado, y ella al saberlo quedó en un estado de silencio, no podía llorar, ni hablar, ni sentía los sabores, y su olfato estaba muy afectado. Su mente solo volaba a los momentos en que el y ella bailaban una música interminable, el con su traje negro, ella un vestido color turquesa. Ella había perdido toda esperanza de encontrar a un nuevo amor, además no le interesaba, solo acudía a la biblioteca a buscar historias de amantes a través de la historia para sentirse consolada y reflejada en esos personajes, que guardaban un desconsuelo parecido. Solo tenía un recuerdo: una foto que con el tiempo se fue borrando de su amado. Y un periódico con una esquela. Los médicos no encontraron nunca un remedio, le dijeron a su familia, que lo que durara de vida sería un milagro.


Fantasma la seguía desde ese día, de día y de noche, intrigado por acompañar a una mujer que no pensaba y que al entrar en su cuerpo no había encontrado su alma. Su interés lo fomentaba esa extraña actitud, como un cuerpo se movía a pesar de no tenerla. Así la siguió por 16 años. Un día él, acostumbrado a seguir a la mujer sin alma, miró que en el cielo se aproximaba una tormenta, muy fuerte, hasta pensó que era su último día (claro que él no sabía que los fantasmas no mueren, pues no había conocido a otros). Era un huracán que había tocado la zona del jardín donde habitaba. Era una convención de fantasmas. Estaban muy preocupados porque desde cierta ocasión en que se había dado un incendio muy cerca de ese parque, ya no habían llegado más fantasmas, además se estaban aburriendo bastante siendo siempre los mismos. Fantasma los escuchaba incrédulo de ver a otros diferentes pero en la misma situación que él. Tan solos, por fin tenía con quien hablar de las preocupaciones de su oficio.


Trató el caso con los fantasmas más destacados. Nadie tenía respuesta. Otro punto de la reunión de los fantasmas era saber que estaba pasando con las almas de los tristes. Por lo general estas se iban al limbo, pero en el limbo solo seguían las mismas. Hacía ya tiempo que no había ingresado ninguna.


Decidieron investigar a la chica de la biblioteca. Mas como era muda y no escuchaba, ni siquiera los tomó en cuenta. Y ella seguía escribiendo y dibujando. Hacia pequeñas viñetas con tinta china. Las dejaba secar, al día siguiente volvía a la biblioteca y hacía el mismo trabajo.
Fantasma, la miró, y pensó en llamar a los demás para observarla. Pero guardó silencio.
La convención de fantasmas acabó, y prometieron seguir con él en comunicación. Mas uno de ellos le dijo que consiguiera una muestra de la tinta con la que ella dibujaba.


Le costó mucho trabajo, y se transformó en gota de agua, entró al tintero y se mezclo con ella. Luego se evaporó en forma de nube negra, y la llevó a la ciudad del otro fantasma. Tuvieron un gran hallazgo, la tinta no era solo tinta, estaba mezclada con la sangre de su amado y de ella. Eso era escalofriante. Pero ¿cómo dejar que ella dejara de dibujar?, solo así conservaba su vida.
Decidieron asustarla de muchas maneras, mas ella no reaccionaba. Un día fantasma se le ocurrió convertirse en mariposa, y volar cerca de ella. La chica triste, lo miro y siguió escribiendo, mas algo llamo su atención ya que se preguntó como una mariposa podía estar en una biblioteca a esas horas de la tarde. Pensó que si la seguía podría ver a su amado, a lo mejor era una señal que él le estaba mandando así que decidió seguirlo. Mientras el fantasma del laboratorio evaporaba la tinta, y abría el cuaderno de dibujos. La tinta empezó a tomar una forma muy extraña, al evaporarse, se hizo una violenta nube que destruyó e incendió la biblioteca, los papeles volaban y salían de ellos gritos de dolor, de amor, de lujuria, de desesperación, eran todos los fantasmas que ella había atrapado en sus dibujos, los tenía encarcelados. Al final, y al consumirse por completo el cuaderno de dibujo salió el alma de la chica triste, era un alma hermosa, lucía radiante, y dio luz a todo a su paso, y se fue en busca de su dueña.


Por fin la chica triste encontró a la mariposa, la tomó en su mano, luego se hizo gota de agua, desapareció. Recordó el día en que conoció a su amado, era como una gota de lluvia, un hombre feliz. Lo recordó con el amor puro que le tenía, miró sus ojos verdes que le dijeron que la amaban y que siempre fuera feliz, pues el estaría con ella siempre, en cada ser que la amara, en cada visión hermosa, en la fe y la esperanza. Miró al cielo, y por un instante lo vio feliz, rodeado de mucho amor, y comenzó a llorar, y a respirar un aire nuevo, a sentir su cuerpo, y a saborear el rocío de esa madrugada, sintió luego que podía pronunciar su nombre y el de toda la gente que la amaba. Los fantasmas la miraron a lo lejos, con el miedo de que ella los volviera a atrapar, pero no fue así. Miraron a una mujer hermosa, que en silencio hacia una oración, por las almas en pena, por los desconsolados. En ese momento, aparecieron los nuevos fantasmas, y las almas que tenía aprisionadas en sus dibujos llegaron a cada lugar que les correspondía.


Ella volvió a casa, en el camino miró de nuevo a la mariposa amarilla. Desde entonces fantasma ya no se aburre en su vida, decidió cambiarse de color, a veces es una mariposa azul y se posa en el sombrero de su amada, va a la Universidad y hace travesuras con los alumnos de la mujer que ahora es alegre, por la noche la acompaña y cantan juntos, y cuando ella dibuja procura estar muy lejos, no vaya a ser que por accidente los vuelva a atrapar a él y a sus amigos.









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