jueves, 19 de noviembre de 2009






Oro.


Mirando los valles por esta ventana que hace el recorrido eléctrico de los sentidos

he visto como el sol devuelve las minas del Rey Salomon a la vida:


cincuenta y un mil años luz, y esta mirada va interpretando el lenguaje de la visión caótica.

El Universo esta en una gota de luz que se desgrana

y en la fiesta de un pasiaje que se asoma

alucina la vida

y por un momento, me bajo de ella y voy al éxtasis de los sentidos:


las nogaleras se visten de oro cada atardecer, por un segundo

mientras la vista decide lanzarse a recolectar lujuriosamente el resplandor sulfúrico

en la bolsa de las ambiciones.


Cincuenta y un mil kilos de nueces de oro, con todo y sus ojas.


El sol se va,

con todo el oro de las nogaleras.


En mi bolsa, me llevo el aliento de su brillo.


Oro para comprar un nuevo mundo


y un suspiro por lo que no se compra nunca.









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