sábado, 23 de enero de 2010

Arena

Arena,
solo castillos de arena
sobre baúles de viento.
Así va muriendo la Navidad cuando el frio de la ciudad se arropa de canteras.

Nada,
nadie se quedará a dar calor.
Sexo, sin amor, sin amante.
Amor, calentándose con la limosna próxima de una historia de mentiras.
Viajes inútiles, con boleto de regreso al limbo.

El olvido
se acurruca en los brazos,
como una enredadera,
se burla de mi como un bufón a los pies de una reyna.
Y mejor lo duermo, vigilo su cuna de falsedad.
Hermoso niño de la tristeza: no tengo lágrimas para alimentarte,
ni un alma para recordar el nombre.
Lo miro en su cuna de cristal
meciéndose con una canción de luna.

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