sábado, 24 de enero de 2009

EN EL MUELLE DE LOS DESAPARECIDOS

Mónica Reveles Ramírez




En el muelle de los desaparecidos





Premio Estatal de Poesía Olga Arias 2002.



Para el aprendiz.



I
En el muelle de los desaparecidos

un hombre mira el barco que se va:

en la distancia de la estela azul-turquesa

el aroma de los cálidos semblantes.


Mira y su cauda agitada

destila las cervezas amigas.


Hombre que en tu mirada dulce

sonríes

y te vas

y te olvidas.


II

Yo,
la que nunca toco una pluma del vuelo
ni sal de las arenas,
vuelvo idolatrando el golpe
del arco en el violín
y la segura nota que acompaña el apellido.

Loca
con este frío de las mentiras rehechas
la melodía llega y desvela.

Ya no te miro
el destino me perdió.
Abandonó estancias de música,

traiciono entre mis cuentas

a las puertas abiertas de los destinos.

III
Respiro
desnuda
en la concha de este conjuro.
Mi cuerpo es la puerta
por la que se anidan los pliegues del deseo.
Traspiro
atrapada por la imagen
de un hombre,
verga madura quemando mi conciencia:

lames los pezones naúfragos del azul turquesa,
y la piel se abre entendiendo su sabor entre los labios,

Hoja de sal,
máquina tatuadora de amaneceres.

Unidos en la constelación doliente de vencer al demiurgo
penetrados
profundos
en el sudor constante del polvo nocturno.

Historias del primer alumbramiento,
de una mujer en el calor de su hombre.
Luna eclipsada por la sangre parida,
hay deseo
y el semen recorre un laberíntico ocaso.

IV
Transitar el cuerpo por los brazos que extiende el caído...
no ha sido fácil,
pero tus manos cegadoras en mi cintura
incendian los muslos,
la gota se evapora
por atrapar de las tardes, los días húmedos:
huelo a ti.
Navego,
voy de tu humedad a mis lágrimas
del sudor a tu perfume
del incendio en este volcán que abre mi tierra
a trozos de piel .
Liquen de la inhóspita cosecha
enredadera tenaz,
arco de espera.
Aun no encuentro el final de la mirada en tus ojos:
árbol de tronco torcido,
sean tus piernas el columpio de mis deseos.

V
En el muelle de los desaparecidos...
no espero mirarte,
pero llegas a mi espalda
con el silencio de este cuerpo que te olvida:
y mira que entré a este nido de ratones,
motivada,
sedienta en las arenas púrpuras.

¿Y la despedida que pregonabas?
la huida del mundo.... y de mi?
mira que no ha sido fácil escapar de la enredadera.

Solo déjame cerrar la puerta enmohecida,
y no volverla a mover.
VI
Provocar:
así
le das salida a las historias.

¿Desde cuándo el altavoz
ha sido tu campo de batalla?

Entonces te provoco:

caigamos en el juego.

VII
Solo quería estar mas allá de ti,
ser la sombra nocturna,
inválida,
convaleciente,
ser enferma transitándote,
buscarte insistente
y que no me miraras.
Pero tus palabras
me llevaron al exilio:
y no me dejan levantar la mirada
cuando se pronuncia tu nombre.

VIII
Tu voz me marginó
al polvo de palomas.
Vago, en la vergüenza de encontrarte,
y en la violenta afirmación cuando se dice
“allá va la que amó”.

Cerca de la infidelidad te busco,
el veneno de tu cáncer
sigue creciendo.
IX
Sentía que éramos importantes
cuando dejabas marcas en mi cuerpo,
ser la hojeada favorita

y cuando la madrugada preguntaba
- ¿a dónde se fue?

El rojo no me abandona.
Mírame
camino llena de amuletos.

X
En el muelle de los desaparecidos...

me angustia la voz que dice:
“ ¿a dónde va?, no me abandone...

me preocupa
ver la cerveza que dejé incompleta...

y la plática pendiente
en manos del olvido...

No logro separar la voz, la mirada
y las manos temblorosas,
y la promesa de viajar
en el barco de nuestros olvidos.

Que mas puedo hacer con tu presencia,
sino el exilio.
XI

Mírame,
tropezamos con nuestro paso
y apenas nos conocemos....

un ex amante
reclama tus momentos.

¿me miraste?

Deja que te olvide...
tu y yo negociamos nuestras cartas
y el techo que nos cobijó
es una prenda en codicia.

Mírame,

busco una casa en renta.

XII

Voz

insistente

quemante

en la zaga del viento:

¿y en dónde quedaron los amantes de otro tiempo, los insistentes tocando con sus cuerpos los amaneceres, persiguiendo en ratos ciegos los balones de la vida?

¿en dónde estamos las cabelleras de féminas, negras?

¿cuánto tiempo se han tardado en regresar los espejismos?

XIII

Las fechas inoportunas han llegado.

Atravesando tu ausencia
comienzo el canto
y me interrumpe el chasquido de alacranes...

vamos de paso
continuo
el cadencioso juego de los sátiros.


XIV
Siento el grave deletreo que nos consume
y subo de nuevo los peldaños
para ver si alcanzo
algún rastro que motive mi paso.
Desconozco nombre
y apellido.
(lo niego)
voy ingenua
a buscar miradas
(tus manos en la cintura)
y los pliegues de la falda
han recorrido la mustia elevación de la cadera.
Este color es muy virgen
para la espera de tus cincuenta y tantos años.

Hombre de hojeada azul
será tu seño la señal de bienvenida
tibia caricia entre el abrazo...
pausada elevación de la mano izquierda.

XV
La tarjeta roja dice:
se suspenderá en caso de agredir al compañero,
y la pelota no para en este juego.

Y yo, mirando desde la banca de los desaparecidos
rechazados en la jugada.

Corro por junglas de adbesto...
sola,
y el tamaño de tu cuerpo me involucra.

XVI
Los signos en el papel,
desconocen que la apertura en los renglones
no ha sido proporcional
al trabajo que les acompaña.

Aturdo estos ojos, con líneas negras...
el cuadernillo que dejaste
lo cubriré con tinta blanca...
la señal sigue mas viva
que la marca del herrero.

XVII
Continuo la senda...
sigamos bailando,
que la música no opaque nuestros contornos afilados,
olvidemos el juego de la luces,
nuestros cuerpos agitados se recorren...
dime que nadie desatará esta danza
rondando en mis delirios...

Sigo la enfermedad que ata las manos sedientas...
¿cuántas cuadras nos faltan para llegar a encontrarnos...?
¿cuántos tragos de licor hacen falta para recorreros?

XVIII
Miro tu luz encendida,
única señal de saberte
como hoguera en mis ojos.
Ilumíname,
no te apagues,
la clave - guía
está en la ventana que se cubre.

XIX

Salgo en tu búsqueda...
no me queda clara la idea de abandonar tus contornos,
mira, que esta ausencia, es la enredadera que me calla.

Mira, que cuando mencionas mi nombre
las entrañas te escuchan...

avanzo a ti,
traída como aguja.
Entre las cuerdas de tu voz,
me siento presa.

XX
En el muelle de los desaparecidos...

este destierro voluntario
me detiene entre la locura y tus abismos.
única noticia del día.

Sal eres de mis pasos
y no entiendo
porque tu nombre se me ha vuelto necesario.
Esta línea negra,
no me deja dar un salto
a tu cornisa.

XXI
Lucha sonámbula enmarcando las redes de tu nada.
Entrego los cabos,
la bandera,
las hojas derramadas,
sigo ciega en tu camino de zarzas,
y ningún alacrán me ha dado muerte.

Los dioses no han perdonado el abandono,
entre las rocas de tu ser me detengo,
voy en este camino
tomando el alimento de tu aroma.
Si, prefiero la muerte lenta,
la de los mártires anónimos
la estrujada por la encomienda de ser otra.
Sigo con mis revoluciones en marcha,
con mis caballos desatados
unicornios que no me abandonan en la lucha.
Sigo tu aroma,
y el desvelo me aconseja, que me olvidas.
Te busco,
en la marca fugaz que has dejado por los mares,
la toco,
como a la línea de mis recuerdos.
XXII
Nos bifurcamos
por los caminos que no tienen historia.
Y tiras la rocas a tu paso,
no entiendo tus andares
y sigo creyendo que me amas a pesar de la aventura.
Caigo...
un ave fénix me regresa sedienta.
Soy terrena
el camino me da pistas de la huida.

XXIII
La historia se vuelve clara,
y entre los libros de magia
se resuelve mi vida con tu nombre
¿o, estarán surgiendo formas despedidas ?
No.
De ti, no recurriré al olvido,
continuo el curso del camino masoquista,
errado, el del fugitivo.

Estoy en la cumbre de la roca
mirando al sur
para ver a cual mar lapizlázuli emigraste.
XXIV

Tomo entre mi vida
los temblores de tus manos,
y sigues girando la vida de tu muñeca,
no entiendo como llegó a mi mesa esta servilleta
con nombres sedientos.
Tiemblas,
y la letra se hace clara,
a la vista del que pierde la noticia.
Se enciende el conjunto de guitarras
los sátiros recorren las caderas.
Has descifrado mi nombre
con el suave movimiento de tu mano.
Los hilos de la tinta siguen presos
has transitado del temblor a la calma en la escritura.

XV

Deja que la marca siga viva
y se entretenga toda la noche
jugando con el fuego.
Esta careta de ser cita textual, conocida,
este disfraz de aprendiz de alfarero,
loca, torturada, melancólica,
exprimo el papel,
extiendo la servilleta anónima...
y el nombre surge
con la marca entre signos.

XXVI
Este aprendiz de esperanzas
busca el camino por tenerte,
descubrió que es mas dicha agria
amarte en la distancia
cuando hay un cristal encendido,
mas allá de los pasillos que reflejan las voces
y de los mil citados escándalos diarios.

Un árbol, oculta tus pasos en el cristal,
una cortina celosa de tus sentidos,
y mientras encuentro otro túnel para llegar a ti,
y plantas en el campo de maniquíes
se burlan de mis complejos:
mi necedad sigue enamorada de tus colores,
uno tras otro los cuenta,
como diamantes
en la cauda del pavorreal.


XXVII
En el sueño
veo el contorno del sonrojo en la piel,
y tras el saludo tembloroso
hay una guía voz que me involucra.
el llanto de tu ausencia no ha cesado.

Tu nombre se pega a mi como una melodía exagerada.
Y no puedo negar,
que éstos sentidos te reclaman.

Vuelvo a ti,
en la necedad de ser única hembra,
cuando tu calidad de macho se detiene.

Te desconcentro:
los papeles se revuelven
cuando miras mis ojos,
este cuerpo no olvida tu peso al iniciar la madrugada.
XXVIII
En el muelle de los desaparecidos
sigues mirando al sur
y una sinfonía de garzas emigra.

Las letras de tu mar se han vuelto grises.
Tus manos estremecen mi baile,
y esta aburrida vida,
ya no se conforma con tu voz.

No hay trasporte que nos lleve
al mismo destino.
y si la noche fuera mutilada
solo queda la historia seria
de un baile frustrado.

Dime que la música no acabó
y que seguimos danzando la melodía del triste recuerdo.

Tomemos otra vez de la botella
y que este ahogo
nos lleve por fin a la desesperanza.

XXIX
Vas con alta velocidad,
y mis ansias han frenado tu camino.
Me rechazas,
y necia por la segunda vida,
predigo que es el fin.
Bajo de la embriaguez,
y me abandono a tu carácter rebelde.
¿En dónde conocí alguien igual ?
Me miro al espejo, y ya soy otra.

De nuevo juntos
la bandera roja no ha cambiado.
Otro beso en tu boca
cambia la pesadilla.
Y mis ansias al amar
entran al laberinto de tu cuerpo.
No veo el fin de esta senda,
aunque pase todos los días por el cristal.

XXX

En el muelle de los desaparecidos...
el amor se desvanece entre las manos
y en el rito
lo entrego,
hay en su pista una lluvia de amaneceres,
y su mirada me fortalece,
hombre de sonrisa trasparente
esperando en el octavo siglo
del llanto de la espera.

Hay en su paso apresurado
y sus manos de miedo
una lucha que me agita,

su vida corre el telón
de las marionetas vivas
y gime la luz
y gime el viento de la madrugada.

XXXI
Con el roce infecundo de la ira
se agita la piel
y un huracán que despierta la voz
anuncia su marcha

mar de luces al fondo...

una tira de color
revuelca el paso
y la bolsa de plástico sigue atrapando
los segundos trabajos...
mar de sonidos en flor

y el círculo inicia su travesía
y la flor sangrante
abre su escritura
mar de insomnes a la luz

la despedida saca su careta
la bienvenida llega
los brazos forman un círculo vorágine
los ojos huyen de la zona de olvido

se agita la voz
se agita el nido de cascabeles...

se danza al encuentro
al olvido
danzar junto al hombre callejero despojado de la máscara
mar que agita su cauda
mar que avanza con su luz amanecida.

XXXII
Decir, no lo soy...
nunca fue tan cierto,
como negar en la conciencia que despiertan los ángeles
cada ves que nos detenemos de este mundo.
Nunca fue tan falso,
como la desdentada voz de la esperanza.

Navegar de un lado a otro de la cerradura
con la certeza de saber
cuantas vueltas le dan a la llave.

Decir no lo soy
no invoca a las brujas
ni a las adas...
en este tiempo antidragones y princesas.

Tomar la llave de cristal
y asegurarle a la vida que no somos ciertos.

XXXIII
Girar la perilla:
era necesario gritar tan alto
para entender que
esta locomotora
le da vuelo a la desolación.

Entrar por la puerta falsa
para decirnos las verdades absolutas
que esconden los pilares del jardín edénico.

Volver un instante la vista atrás:
príncipes estatuas de sal,
vidrio,
yeso,
columnas de carbón,
hierros rotos con tanto incendio de esta incertidumbre.

XXXIV

Este río
me lleva de un lado a otro de tu mar.
Clandestina,
esquivando a la sombra,
deteniéndome en cada pilar
cuando escucho los pasos de tu vida.
me cubro la conciencia
cuando te nombran
y una A mayúscula se filtra en mi sonrojo.
La luna se quita la cara
y sus cuartos menguantes
se confabulan en el temor de la luz.
Ya ves...
de ves en cuando entro en el delirio

XXXV
Ningún rasgo en el papel
respeta tu escritura,
encuentro
las tiras de abecedarios,
otros tantos en mi piel.
A veces nos parecemos,
como almas paralelas al filo de los renglones
repitiendo la vestidura,
la palabra, los destinos,
entregados al azar,
nos combinamos,
muestras de sal
en mares pendulares.



XXXVI
Consigo del viento norte
tus murmullos,
giran los papeles
dándole forma a los enlaces.
La ventana se cierra,
ya no encuentro en el escritorio
las líneas que hablen de mi.
Y tus manos tiemblan
haciendo la señal del adios.
No estabas en el mapa.
Isla virgen de mis rutas
sean tus playas el reposo latente.

XXXVII
Miro al sur,
y los espejismos emigran
en la fantasía de la sombra.
Siento los efectos del viaje entre la sal,
Y tus notas mar adentro.
Me agrede el recuerdo,
no logro
ensartar las cuentas de los días entre tu vida.
Muevo mi cuerpo
para encontrar una llama que lo encienda
y la tentación es inútil
cuando abres la cortina,
y miras
y te vas.

XXXVIII
A dónde se fue
la palabra
la mirada
el eco,
la sombra
¿A qué mundo raro de nombre y apellido?

Ésta angustia,
sin una hoja mas por deletrear,
me dicen que sin ser de hoy,
ni de mañana
estas bagatelas adelantan ya otro siglo.

Si hoy, no lo soy...
entonces de donde tomé la llave
para abrir esta puerta...
adelante veo otra mas... una en el contorno de la otra,
puerta tras puerta,
abiertas con una sola llave
sola como los pájaros.

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