sábado, 18 de junio de 2011

Otra vez a los abismos
a esta cárcel eterna por la que vago y es mi dominio.

Bailando mi música eterna, merodeo el laberinto buscando al fauno,
me asomo por los barrotes desiertos: sin animales ni seres que los habiten.

Sola estoy, de nuevo
en este receso que me ahoga
llorando, llorando el llanto del desconsuelo:

tantos culpas tengo que todos se van menos yo ?

tan caro se paga el pecado de robar el amor
de ser auténtica, fiel, comprometida.
Única
Divina
Maravillosa.

Tomo de la mano a uno de los pocos seres que habitan este desierto para huir:
llegamos al techo del eclipse rojo con luna llena:

nos amamos, salvajemente, encontrando en la soledad de nuestros cuerpos
la llave próxima

y saben que ? fué maravillosamente falso, efimero, candente.

Nocturnalmente calmamos nuestras ansias de aullar y espantar enemigos.
Nos encontramos, y ya, liberando nuestras frustraciones
desahogando la soledad,
emparejandonos para separarnos por siempre.
Encuentros de un segundo.

Viajes al fin del paraíso, sin testigos, sin dios, sin almas.
Entreteniendo las tristezas mutuas con caricias,
perdonando a nuestros custodios,
encontrandonos para apagar un segundo de soledad:

y la rueda giro
y olvidé tu rostro,
las manos recorriéndonos,
los besos sin lugar.

Y volver a esta celda de ocasos
en donde se ocultan los pecados que escucho
los ruidos de los boulevares sordos
los vehículos de lujo sin estrenar
las almas perdidas en su mundo,
los regalos solo para ricos,
las enfermedades mentales que no se ocultan
y estas manos que no se cansan de escribir sus fracasos
pues para eso se inventó este blog
para desechar los fracasos,

y que ruede el mundo
mientras me vuelves a amar
mientras alguien sigue adorando mi altar
mientras huyo de las mentiras
y construyo la catedral solo para ti que eres mi dios, mi hombre amado mi todo.
Pues esta carcel-cuerpo es casa, amor, devocion, placer, mientras regresas
y me vuelves a hablar de los mundos que habitaste
de las risas de los niños
del amor a tus mujeres,
y de esas cosas que nunca viviré
pues solo lo hago si tu las miras.

Sigo tras estos barrotes de polvo,
llorando bajo la luna
escribiendo con cada lágrima que no cesa,
amandote tanto
irremediablemente.

Hay amor que me traes y llevas,
bendita vida en cada gota de amor que me das.
Vale la pena el laberinto
el fracaso
el encierro
la ceguera
pues con tanto placer en la sangre
se aprende a volar estando tras la rejas.

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