miércoles, 9 de junio de 2010

Se formaron las muñecas rotas en su balcón
a burlarse
de su dolor
de la mediocridad de la vida:

mirando como destrozas a otra
aplauden la escena.

Ven como tristemente la sepultas en un precipicio
después de ahogarlas con tu "amor":
vas seduciédola, lentamente, incontablemente en cada palabra
en cada roce y ella feliz, disfrutando del dibujo de tus desencantos.

No sabe que la estás destrozando,
ni ellas se lo dirán.

Aplausos ensordecedores, descontroladamente amargos,

que miran como abandonas el escenario, en soledad.

Nadie la ayuda
nadie la consuela.


Ya la invitarán al balcón de las carcajadas.


Como va a dar quien no tiene nada, y no sabe del dar en la vida
si para él todo ha sido recibir y agradecer con destruir.

Amor que destruyes todo lo que inventas, les decía hace tiempo.

Sin equivocarme,
junto mis muñecas.

Las repararé con la mirada anónima de otro hombre,
no todos son iguales.

No todos tienen la profesión de destruir.

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