Estas manos que corren deseosas por mirarte
vuelven a temblar de nuevo:
encuentro por las tardes,
nebulosa que llegas del silencio
a los recobecos absurdos del alma,
ser que de un tardío andar
llegas con tu sonrisa de otro mundo
pues siempre creí que había alguien a quien cuestionar en la isla
bendito sean los viajes
las exploraciones matutinas
los pasajes ocultos de otras rutas,
llegaste justamente
a pegar las tritezas
de una muñeca rota:
vuelveme a tocar levemente para integrarme.
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