domingo, 28 de junio de 2009
Madame Bovary
Para ser la mujer que corre por los callejones,
y escapa del amor depositado en su jaula
hay que sentirlo.
Hay que vivir el vibrar por acercarse a la pasión
que se encuentra en los deseos
y en donde la verdad estorba.
Posarse en el fuego y tocar cada llama como un pétalo.
Desidirse a invadir, a tocar la piel del amado,
irresistible llamado de su cuerpo.
Para hablar de Madame Bovary
hay que sentirla
y ser de las que cambiaron su decencia
por arrojarse a los brazos ardientes, a los besos,
a la lujuría apoderada por la sangre
al baile sin fin del enlace de los cuerpos.
Y si la lluvia
y los relámpagos
son la fuente y alimento del deseo,
tras los vidrios empañados y los asientos quietos,
se enlazaran las manos
multiplicándose
en cada espacio,
haciendo vivir lo momentos.
Disfrutando los poros próximos
al ritmo de cada encuentro.
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