lunes, 17 de agosto de 2009

I
En este enjambre de claves y de nombres
cae el granizo y se mezcla con lo frío de estos símbolos.
No encuentro la punta de la madeja y el insomnio me amenaza: -Ni una letra mas.
Me abandono a tu espejismo
y traspasas esta pantalla inhóspita con tu nombre,
con tu figura que se trasluce y se hace evidente en esta habitación.
Mientras duermes.

II
El camino ha sido largo y contabilizo los datos de las carreteras andadas:
miro como vas y bienes
como un espíritu que se diluye para volver a aparecer.
Cambiamos.
tú por la senda transitada
yo por este mediodía que te busca para siempre encontrarte.

Te agradezco simplemente
ser el Amado que sí vuelve
y no ser la peregrina sin hogar
y no ser Penélope…
me envuelvo con el orgulloso nombre de la Magdalena
para que seas siempre bienvenido.

III
Son esos besos del encuentro los que me saben al camino de los bosques
al encuentro de manzanas
al sabor de tu fruta prohibida.
Traes en ti los aromas de las lejanías que me invitan a soñar con los paraísos que transitaré,
y que en este espacio en el que te espero
y me siento contigo a platicar desde lejos
tus besos siempre están junto a mí.

IV
Experimento con las palabras
son lo único que me quedan de los olvidos.

Mas eres tu esa caja mágica por la que me asomo,
y brinco al baúl de las pérdidas
pues cada vez que mencionas la palabra olvidar
me das la llave a los recuerdos que no encuentro,
de los rostros lejanos
de los nombres
de las ciudades andadas,
y de los recuerdos que pensé estaban calcinados por esta mente y miro como a un corazón abierto.
Me reconstruyo.
platico la historia de una vida en rompecabezas, los reconozco
pues con ellos y con tu palabra que los invoca:

Vivo.

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